sábado, 26 de mayo de 2012

Sola con su alma

Liliana Machicote




Cené  con mis amigas, con las cuales nos divertimos, reímos, nos contamos anécdotas con lujo de detalles, desdramatizamos situaciones, sabiendo qué diría Freud acerca de lo que esconden  los chistes que nos hacemos.  Buscamos el sentido de la vida sin encontrarlo. 
Cuando regresé, todo el cansancio del largo día desapareció,  y tratando de evitar las reflexiones, me senté en el piso, con un enorme vaso de agua a mi lado, una frazada para taparme, mientras tomaba mis hojas para escribir algo. Escuchaba unos cedes de los cuales me avergonzaría ante mis amigos rockeros y que esa noche me parecían particularmente bonitos, mientras miraba el parque de la enorme casa en la que me alojaba.
Tal vez atraída por la música, tal vez por el frío, quizás se sentía sola, pero una hermosa gata se paró en el ventanal  y estuvo en silencio observándome durante casi dos horas.
Me fui a acostar llevada más por el deseo de que ella se vaya a buscar refugio a otra parte que por mis propias ganas de dormir.
No estaba en condiciones esa noche de hacerme cargo de otra alma, ya bastante trabajo me daba la mía…


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